La dirección de la revolución tecnológica dio otro giro a fines de los ochenta, desde la Infromática en sí hacia la comunicación. Convergieron dos tendencias. En primer lugar, en la mayor parte del mundo industrial las redes telefónicas y de radio llegaron a una interconexión masiva. Se hablo de crear una "autopista de la información" pero la autopista ya se estaba formando ante nuestros ojos, con nuevos caminos de fibra óptica y transmisiones celulares anunciadas semanalmente por compañías telefónicas y de televisión por cable. En segundo lugar, las distintas tecnologías antiguamente encarnadas en la computadora, el teléfono, el fax, el correo, el reloj, la brújula y la televisión (por no mencionar ancestros no electrónicos como los libros) empezaron a converger en un sólo aparato (lo suficientemente pequeño como para meterlo en una cartera o en un bolsillo). Con la ayuda de los satélites podía transmitirse un flujo continuo de datos: noticias, números de teléfono, el emplazamiento de cualquier usuario, resultados de investigaciones, índices de ventas. "Estamos todos conectados" fue el anuncio de la compañía telefónica. Asimismo, podría ser el slogan de la época. El trastorno político resultante del muro de Berlín y de la Plaza Tiananmen fue algo nuevo en la historia: la televisión y el fax también conspiraron. La información y las aspiraciones compartidas hicieron que la tiranía se convirtiera si no en obsoleta, al menos en mucho menos plausible.
A partir de ese momento comenzó una nueva etapa histórica: la globalización.
En resumen se puede decir que hay tres causas para la globalización:
- La aceleración de los ritmos de apertura económica y de los intercambios de mercancías y servicios.
- La liberación de los mercados de capitales que ha integrado las plazas financiera y las bolsas de valores de todo el mundo.
- La revolución de las comunicaciones y de la Informática.
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Bibliografía: "El gran libro del SIGLO" Clarín
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